Es importante saber hacia donde
vamos, pero también es importante saber de donde venimos. Como se han
desarrollado nuestras vidas y las vidas de nuestros antepasados.
Como se comunicaban y que herramientas
tenían en una época en la que no existían el teléfono, la radio, el reloj o
internet que tanto nos une y comunica ahora.
Pero también en aquellos tiempos
la gente tenía la necesidad de comunicarse, de decirse cosas y de expresar
sentimientos y una de las cosas que hacían aquellas gentes para conseguirlo, lo
hallaron en el lenguaje de las campanas.
Las campanas de las iglesias de
nuestros padres y abuelos fueron sus herramientas para comunicarse, expresar un
sentimiento, una información o incluso una orden a toda la población.
En nuestros días las campanas
casi siempre permanecen en silencio. Esperando...
Y aunque hubo días en que su sonido nos trajo la pérdida de un ser querido o la devastación por un incendio, también nos trajo por el aire días de fiesta y alegría.
Eran tiempos en los que la gente
de nuestros pueblos sabía interpretar el sonido de la caja de resonancia que
era el campanario y días en los que nuestros campaneros eran músicos que ponían
especial cuidado, como músicos que eran, en la afinación, en el tempo y
especialmente en el sentimiento. Nunca las campanas decían lo mismo, ni de la
misma manera y las gentes sabían sin dudarlo quien andaba por el campanario ese día.
Los campaneros eran músicos de la emoción pura.
Un día cualquiera de verano, el
11 de agosto de 2012, y sin motivo aparente, las campanas de Cilleruelo de
Bricia volvieron a sonar como antaño para que los más viejos recordasen
emocionados su pasado y los más jóvenes descubriéramos un mensaje y una forma
de comunicación que se pierde, lo mismo que la población en nuestros pueblos.
Pudimos disfrutar de un patrimonio cultural que no queremos perder
y que nuestros mayores no quieren olvidar.
Más de un mayor nos recordó como
después de la guerra, en la víspera de algún día festivo importante, todos los
pueblos de Alfoz de Bricia hacían sonar sus campanas a la vez en un increíble y
fascinante concierto en el que participaban más de diez pueblos unidos por el sonido
que traía el viento.
Os dejamos el
vídeo al completo de nuestro día recuperado al pasado, en el que descubriréis
los toques habituales en nuestra zona explicados por nuestro Maestro Campanero: Marcos Fernández.
Esperamos, que tras esta experiencia,
como decía Neruda, en el futuro “hasta las campanas rotas quieran cantar” y
no se cumpla lo que cantaba en sus versos Rosalia de Castro:
“Que tristeza en el aire y en el
cielo, si por siempre enmudecieran las campanas”.
Maestro Campanero: Marcos
Fernández de Bricia (Burgos).
Fotos, Vídeo y Edición: Andrés
Serna