Hay un pequeño rincón del
Valle de Mena que tiene todo el encanto de lo que permanece escondido con una
belleza intacta, recoleto, incontaminado, acogedor, un “vallejuelo” antiguo con
dos o tres viejas casas, rodeado de colinas que no impiden que se vea al sur la
cima de la larga, impresionante y hermosa peña de la Magdalena, y, para que
nada falte, con una joya histórica edificada en su centro: la pequeña iglesia
del Monasterio de Taranco, nuevamente abierta al culto desde que un reducido
grupo de “entendidos”, y enamorados de nuestros orígenes, la reconstruyó el año
1990. También colocaron un pequeño e instructivo monumento en el que se le
recuerda al visitante por qué (según los documentos) este terruño tiene una
importancia especial para lo que después fue la historia de España y de
América. Este es el texto:
CAMINANTE: EN ESTE
SOLAR, QUINCE DIAS CONTADOS DEL MES DE SEPTIEMBRE DEL AÑO 800 DEL NACIMIENTO DE
XTO, AL DICTADO DEL ABAD VITULO, EL NOTARIO LOPE ESCRIBIO POR VEZ PRIMERA EL
NOMBRE DE
“C A S T I L L A”
ASI QUEDO CERTIFICADO PARA LA
HISTORIA EL NACIMIENTO DEL PUEBLO QUE DESDE ESTE VALLE ALCANZO TODOS LOS
CONFINES DE LA TIERRA CON SU IDIOMA Y CON EL CONCEPTO DEL HOMBRE Y DE LA VIDA. BIEN MERECE ESTE SOLAR TU
REFLEXION RESPETUOSA. AMIGOS DEL MONASTERIO DE
TARANCO
Los historiadores conocen
bien de dónde proceden estas referencias. El monasterio de San Millán de la
Cogolla conserva copias de antiquísimas escrituras de la llamada Reconquista.
Sus monjes recopilaron innumerables datos del tiempo pasado, basados en
documentos o en tradiciones que llegaron encadenadas desde el siglo octavo.
Por orden de fechas, se habla primero de
la fundación del monasterio de San Miguel de Pedroso, que surgió el año 759,
reinando Fruela I y actuando como abadesa una pariente suya (Nonna Bella), pero
parece ser que resistió poco tiempo el embate de los ejércitos musulmanes,
siendo abandonado temporalmente.
El siguiente acontecimiento histórico que
registran los documentos de San Millán de la Cogolla es, precisamente, el de la
fundación del Monasterio de Taranco el año 800 (pudiéndose deducir por diplomas
posteriores que lo que se venía llamando Bardulia era ya conocido como Castilla).
Hecho histórico con dos características especiales: no tuvo vuelta atrás, de
manera que constituyó un enclave que se mantuvo firme y definitivo frente a la
amenaza musulmana; y, además, fue la primera piedra de ese maravilloso edificio
que se construyó después: Castilla. No existe ningún otro documento que
registre esa venerable palabra en fecha anterior, ni que aclare tan temprano
que en las proximidades de Taranco había existido un núcleo urbano llamado Área
Patriniani, del que solo quedaban sus ruinas.La copia del documento original, en su última versión crítica, nos
muestra lo siguiente:
Diploma del Becerro Galicano de San Millán donde aparece por
primera
vez el nombre Castilla
“In nomine Domini. Ego Vitulus abba …. ” (Ofrecemos un resumen del documento
traducido al castellano)...
“En el nombre del Señor. Yo, el abad Vitulo, aunque
indigno siervo de todos los siervos de Dios (la frase surgió en el siglo VI),
juntamente con mi hermano el presbítero Ervigio (nos ofrecemos) a nuestros
señores y patronos San Emeterio y San Celedonio, en honor de los cuales yo, el
abad Vitulo, y mi hermano Ervigio hemos construido con nuestras manos desde sus
cimientos una iglesia en un lugar que se llama Taranco, en el territorio menés,
y a San Martín, bajo cuya advocaciónhemos fundado una iglesia en la ciudad de Área Patriniani, en territorio
de Castilla, y a San Esteban, cuya basílica hemos fundado con nuestras manos en
un lugar que se llama Burceña, en territorio menés, los cuales (bienes) en vida
denuestros padres, Lebato y Muniadona,
dejaron estos bienes de común acuerdo en la religión de Dios, con alegría y sin
ningún recelo por nuestra infancia, bajo la protección divina…
… y así entregamos aquí, concedemos y confirmamos
por la presente escritura de testamento nuestras almas y cuerpos, y también
todos nuestros bienes…
… y todas nuestras presuras que hemos recibido se las concedemos a estas
sedes con la gracia de Dios, y las sernas: allí hemos levantado desde los
cimientos las iglesias antes mencionadas, hemos hecho cultivos, hemos plantado
y edificado allí casas, celarios, hórreos, prensas para el vino, cuadras,
huertos, molinos, manzanares, viñas y todo tipo de árboles frutales….
…Entregamos todos estos bienes que acabamos de decir a la iglesia de San
Emeterio y San Celedonio de Taranco.
… “Y en el Área Patriniani, en San Martín, encontramos la ciudad totalmente
arruinada, y levantamos la misma iglesia de San Martín, y allí cultivamos y
trabajamos toda aquella heredad que encierra un muro alrededor de la misma
ciudad, y construimos molinos…
… “Así entregamos y confirmamos por esta escritura todo nuestro poder sobre
los bienes anotados, e incluso las basílicas de San Martín y San Esteban a la
iglesia de San Emeterio y San Celedonio de Taranco, para que sirvan de auxilio
a los siervos de Dios y a los peregrinos y a los huéspedes que vivan aquí juntamente
con la comunidad. De la misma manera, determinamos que no dejen de cantar misa
tres veces al año por estos que les donaron estas herencias, y que esto sea
conocido por todos.
“Y si algún hombre, de cualquier
parte que sea, despreciara de la forma que sea alguna cosa de este testamento a
favor de la iglesia de San Emeterio y San Celedonio, o se declarara contrario a
ello, que sea primeramente maldito y confundido por nuestro Señor Dios, y por
otra parte dará al rey talentos de oro y tres libras de oro a la comunidad
religiosa todo aquel que intente destruir este nuestro testamento.
“Esta escritura fue hecha el año 838 (en nuestro
calendario, año 800), en el día 17 (15 actual) de las calendas de octubre,
siendo rey en Oviedo el príncipe Alfonso. Yo, Vitulo, con mi hermano Ervigio,
hemos oído al lector, y con nuestras manos hemos hecho las señales (dos
cruces), y los testigos aquí presentes lo han confirmado: Jaunti, testigo,
Azanus, testigo, Munino, testigo, Armando, testigo, Handalisco, testigo; el
presbítero Lopino lo escribió”.
Hay, además,
otros cinco documentos, todos ellos con texto breve, fedatarios de que varias
personas se entregan, con bienes propios, a la iglesia de San Emeterio y San
Celedonio de Taranco.
Este grupo de pioneros llegaría
probablemente a Taranco desde el Norte. José Javier Esparza, autor del
interesante libro “El jabalí blanco”, cuenta de forma noveladalas andanzas de la familia de Vitulo, y se
permite suponer que vinieron a este lugar desde tierras cántabras, con un
asentamiento intermedio en el Valle de Carranza. Se trata de una libertad
literaria, pero si la utiliza es porque la idea tiene “mucha lógica”. Y tanta
que en la Crónica de Alfonso III (hacia el 911) se hace un trazado del proceso
de reconquista, indicando el siguiente orden: Primorias, Liébana, Trasmiera,
Sopuerta, Carranza, y Bardulia, “que ahora se llama Castilla”. Aunque sea
opinable que el territorio castellano fuera anteriormente Bardulia, lo que no
tiene discusión es el orden de avance, que pone al final Castilla, y que encaja
perfectamente con la idea de que su origen estuviera en Taranco, tal como
supone José Javier Esparza.
Habrá sin duda añadidos y errores de
transcipción en la copia del acto fundacional (y testamentario) que tan
celosamente guarda el monasterio riojano, pero los frailes no eran unosnovelistas, y los principales hechosque cuentan tuvieron que ocurrir en verdad,
aunque se hayan recibido a través de escritos de distintas épocas o incluso
completados por tradición oral y adornados con algún detalle interesado. No se
trata de una fábula, sino de algo que se concretó en las numerosas propiedades
del monasterio de Taranco que llegaron efectivamente a las manos del de San
Millán de la Cogolla. Esa joya de copia cuenta en vivo y en directo cómo se
hacían las cosas el año 800, reinando Alfonso II en Oviedo, y nos da una visión
muy gráfica de lo que era llegar a terreno fronterizo, organizarse socialmente,
y fundar un monasterio jerárquicamente regido, que, además, quedaba bajo la advocación
de dos santos muy queridos entonces, San Emeterio y San Celedonio, a los que
todavía se sigue venerando en esa misma iglesia, ahora reconstruida. Así que,
como suele ocurrir con cualquier origen histórico, en este caso también es
imposible tener certezas absolutas de detalles circunstanciales, pero contamos
con razones de mucho peso para llegar a un convencimiento de que lo esencial
del documento que se conserva en San Millán de la Cogolla corresponde a hechos
reales, tanto la fecha de la fundación del monasterio, como los métodos que
emplearon para hacerlo y la toponimia que se recoge. Resultando muy creíble,
asimismo,que fue en Taranco donde
surgió el primer núcleo documentado del territorio castellano. Es muy
significativo que la edición crítica de esta escritura fundacional no haya
eliminado más que tres palabras, sin cambiar el sentido de lo que se cuenta,
salvo al suprimir como donado a Taranco una supuesta iglesia de San Román (algo
que ya era chocante hasta para un inexperto).
Los viejos orígenes de cualquier
movimiento histórico suelen tener imprecisiones, y quedan recogidos en textos
que sufren modificaciones más o menos importantes a través de copias
distanciadas en el tiempo, pero un escribano de aviesas intenciones solo utilizará
mentiras si es que le benefician. Tal maniobra no pudo interferir en los
documentos relativos a Taranco porque nada añadieron a los bienes que, de
hecho, ya poseía el monasterio de San Millán de la Cogolla. Si en algo se
amplió la primitiva redacción, tuvo que ser fruto de la rutina de los
amanuenses, o simples adornos que, en el peor de los casos, también serían de
gran valor histórico,porque sus autores
de ninguna manera cometerían la estupidez de apartarse caprichosamente de las
fuentes de conocimiento orales o escritas que estuvieran entonces al alcance de
los eruditos.
Curiosamente, incluso los
estudiosos más críticos aprovechan la preciosa información que proporciona el
hecho Taranco para ver con más claridad en las oscuridades de aquellos primeros
tiempos de Castilla. Por más que sea discutible el lugar exacto en que se
encontraba la llamada Área Patriniani, claramente situada por estos documentos
en Castilla, lo cierto es que la existencia de esa “civitate desolata” se ha
conocido únicamente a través del diploma de la fundación del monasterio de
Taranco, y precisamente porque se da veracidad a esas vetustas palabras,
transmitidas a través de los Becerros Gótico y Galicano de San Millán,los historiadores se molestan en discutir en
qué preciso lugar estaban esas ruinas romanas, e incluso si Mena era Castilla o
una zona aledaña. Lo que nos sirve para añadir de paso que es de primordial
importancia subrayar que todas las fundaciones que se mencionan en estos
diversos documentos emparentados, no solamente se relacionan expresamente con
Taranco, sino que se hace dejando bien claro que quedaban bajo su autoridad y
eran de su exclusiva propiedad, lo que resultaría muy extraño si el llamado
“territorio mainense” no fuera una parte importante de la Castilla naciente. No
parece aventurado defender que Mena era ciertamente castellana, pero, al
teneruna personalidad consolidada y
preeminente en esos parajes, se aludía a ella con nombre propio, mientras que,
por ejemplo, las ruinas de Area Patriniani quedarían en una zona de Castilla
todavía desdibujada nominalmente por falta o escasez de población. Según esto,
Mena sería “algo importante” dentro de la incipiente Castilla, y Area
Patriniani, sin embargo, unas simples ruinas sin nombre territorial propio.
Dejemos de lado importancias
posteriores del monasterio de Taranco, como la de ser posiblemente un punto de
reposo habitual en el más antiguo Camino de Santiago. Es en los inicios de lo
que sería el Condado de Castilla donde brillan como el sol tres lugares (los
únicos documentados) que tuvieron sin duda relaciones mutuasy una aparición casi simultánea: San Miguel
de Pedroso, Taranco y Valpuesta. El caso del primero resulta peculiar por el
misterio del caldo de cultivo cristiano en el que surgió en el año 759, quizá
por haber permanecido intacto desde antes de la llegada musulmana, lo que
supondría que no formaba parte del avance de reconquista. Por otro lado, Vitulo
estableció el monasterio menés el año 800, con el detalle importante de que su
familia llevaba tiempo asentada en Taranco. Y el paralelismo con Valpuesta es
extraordinario porque se funda poco después, y ya con categoría de obispado.
Pero, por el emplazamiento territorial de estos dos últimos, tan próximos, es
necesario adjudicarles una primordial significación en el punto de partida de
la eclosión de Castilla la Vieja, con prioridad en el tiempo para el monasterio
de Taranco, al menos mientras no se demuestre lo contrario. Incluso la
posibilidad de que Valpuesta fuera creada más tarde de lo que se ha venido
afirmando, dejaría mejor explicado el “primitivismo” de Taranco, en cuya
fundación no se menciona ninguna autoridad monacal o episcopal próxima de la
que dependiera.
La forma en que se fundó el monasterio
menés encaja de lleno en lo que, según los datos ya familiares para los
historiadores, tuvo que ser el avance de los pobladores que se iban asentando
tímidamente en las zonas “de frontera” con los musulmanes. Los verdaderos
pioneros, como Vitulo y sus acompañantes, avanzaban empujados por la necesidad
de subsistir lejos de la miseria, y sin contar con el apoyo de los militares,
ocupando las tierras con sus presuras, roturándolas y estableciéndose bajo la
protección de un rudimentario monasterio, “fundado con sus manos”, que lesnutría de una inquebrantable fe religiosa.
Con un permiso tácito de las autoridades cristianas, reyes, condes y obispos,
se ponían en marcha hacia nuevas tierras de ocupación, asumiendo personalmente
el máximo riesgo. En el caso de Taranco, a ningún copista “inventor” se le
habría ocurrido escoger como nombre de su abad el de Vitulo, uno de los más
raros en una época pródiga en nombres, ni inventarse como patronos a San
Emeterio y San Celedonio, que fueron muy venerados, pero no especialmente en
siglos posteriores al octavo. Y no se los pudieron inventar porque,
indudablemente, cuando San Millán de la Cogolla recibió toda la propiedad, los
patronos eran esos, y, como prueba de continuidad, lo siguen siendo todavía
hoy. Y esaes, precisamente, la única
ambición de quienes han cogido la antorcha de este hito histórico y han
reconstruido la iglesia de Taranco:conseguir que lo sean por los siglos de los siglos.
Cuando uno llega a este rincón mágico, se asombra de que el entorno
corresponda tan fielmente a lo que la historia documental cuenta. Por eso, se
necesitan controles protectores para que, en lo esencial, continúe sin
sobresaltos su larga existencia de más de mil doscientos años. Junto a la
iglesia hay una fuente-pozo de magníficos sillares, que se encuentra a poca
distancia de otra antiquísima que era conocida, curiosamente, como la de
Turanzo, toponimia celta casi idéntica a Taranco, más otramuy próxima al pueblo llamado Hoz
-expresamente citado en los antiguos documentos del monasterio-, que es la
mejor de todas por su construcción abovedada, situada al lado de las ruinas de
una iglesia románica de suma antigüedad, ya que la técnica del raspado de sus
piedra así lo demuestra, y con muchas posibilidades de que se trate de la de
San Caprasio, puesto que una de las cesiones, recibida hacia el 856, lo deja
bastante claro en el aspecto que nos interesa: “Eneco, presbítero, se entrega a
San Emeterio y San Celedonio, y a ti, abad Armenterio, con la iglesia de San
Caprasio, que está entre Taranco y Foce Mediana”. Esa mismafuerza de veracidad lo da el cómodo camino
que, desde la iglesia de Taranco, enlaza directamente, en un paseo siempre
protegido de vistas “contaminantes”, con dos localidades mencionadas en los
viejos documentos del monasterio: Barrasa y Ordejón. Mira uno los planos del
Catastro, y se asombra y emociona al ver a pocos metros de la iglesia de San
Emeterio y San Celedonio zonas que conservan los nombres del año 800, como “La
Espina” y “Ladredo”.
Es casi un milagro que nunca
se haya perdido, a lo largo de los siglos, el aliento de lo que fundaron Vitulo
y sus compañeros, ni el patronazgo de San Emeterio y San Celedonio. Los
documentos que hemos dejado sin traducir van dando saltos: año 807, año 828,
año 856, año 884 y año 912, el primero y el último de fechas seguras, y los
otros tres datados con aproximación por el especialista Antonio Ubieto Arteta.
Todos muestran que Taranco seguía vivo y poderoso, y dan fe de donaciones que
se le iban haciendo. Hay otro diploma en el que se recoge el hecho histórico de
que el monasterio de San Emeterio y San Celedonio, con todos sus pertenecidos,
pasaba a ser propiedad del de San Millán de la Cogolla por donación que le hace
el conde Hernando Ermíldez el año 1007. Lo mismo da que tengan razón los
hipercríticos que discuten la fecha y el donante. Lo que cuenta es que el hecho
de la donación es indiscutible y la fecha no pudo alejarse de la real, salvo
que el monasterio de SanMillán de la
Cogolla tuviera el escritorio más inepto que uno pueda imaginar.
Siguiendo la pista de su
recorrido temporal, consta asimismo que el año 1291 Lope Pérez, clérigo del
lugar de Taranco, le donó a su iglesia un molino situado a la orilla del río
Cadagua. También está documentado que el abad de San Millán de la Cogolla, en
1352,cedió a Pedro Pérez y Sancho López
el monasterio de Taranco durante veinte años.
Existe, además, un documento puente, de
tipo judicial y relativo a ambos monasterios, que resulta muy interesante.
Supone un salto doble en el tiempo, porque, aunque su fecha es del ocho de mayo
de 1590,se da la circunstancia de que,
en su interior, contiene el texto de una escritura del año 1430.
El "argumento" es muy sencillo. Los monjes de San Millán
cedieron a perpetuidad, como censo, el monasterio de Taranco con todos sus
anexos aunos vecinos del Valle de Mena
el año 1430. No se sabe si todo fue "sobre ruedas" hasta el año 1581,
pero lo cierto es que en esta fecha se entabló un pleito. La reclamación la
hicieron los de San Millán de la Cogolla.
En este pleito iniciado en
1581,hubo una primera sentencia el año
1588 (confirmada en 1590), en la que se declaró: "Absolvemos a los dichos
Pedro Sainz de Taranco y a los demás sus consortes de la demanda contra ellos
puesta por parte del abad, monjes y convento del monasterio de San Millán de la
Cogolla, dándoles por libres y quitos". Pero esto solo se refería a que
podían continuar en la posesión de los bienes como hasta entonces los habían
disfrutado, ya que no quedaron dispensados de pagar la deuda que habían contraído
por impago.
Todo empezó con el vetusto
nombre de San Medel y san Celedonio, y atravesó los siglos llegando incólume
como institución hasta que entraron en vigor la leyes desamortizadoras del
siglo XIX. Y aún después dio servicio parroquial continuo la iglesia de Taranco
casi hasta nuestros días, tan diferentes en cuanto a la intensidad de la
práctica religiosa. Se abandonó el culto, y la venerable iglesia se vino abajo.
Y se olvidó también su singular valor histórico, digno de ser puesto en la
primera línea del patrimonio cultural.
Recientemente, un miembro de la Academia de
la Lengua, con hábil frase que defiende sin complejos una respetable teoría, ha
dicho que San Millán de la Cogolla es la cuna simbólica del castellano. Se
podría decir que son mayores todavía los argumentos que tiene Taranco para que
se le considere la Cuna Simbólica de Castilla. No olvidemos que si su documento
fundacional puede datarse en el año 800, Vitulo y su hermano Ervigio sabían que
aquello, poco antes de aparecer el conde Don Rodrigo, era ya en verdad
Castilla, resultando sus padres, Lebato y Muniadona, los más antiguos pioneros
constatados.
Ha sido la iniciativa
privada, pero sin ánimo de lucro, la que se puso en marcha en 1990 y fundó la
Asociación de Amigos del Monasterio de Taranco. Al ver sus miembros el estado
de la iglesia de Taranco, otra “ruina desolada” como la de Área Patriniani, la
reconstruyeron a base de esfuerzo y con sus aportaciones económicas, solo para
el bien común. Lo hicieron, pues, casi “con sus propias manos”, como aquellos
precursores. Es de justicia que las instituciones públicas se ocupen seriamente
de impedir que se eche a perder el trabajo realizado, que fue lo verdaderamente
difícil y con tanto éxito ejecutado.
Con el entusiasmo, el
esfuerzo y la aportación económica de la asociación Amigos del Monasterio de
Taranco, se llevó a cabo la reconstrucción del templo, cuidando al máximo su
estructura histórica.
Lo más difícil ya se ha hecho: recuperar lo
perdido. Es necesario que este patrimonio público, de vital importancia para la
historia del Valle de Mena y de los orígenes de Castilla, sea vigilado,
protegido y subvencionado por las instituciones oficiales.
Estas páginas se han
redactado con la ilusión y la esperanza de que puedan contribuir a que aquellos
que tienen las competencias y las responsabilidades de velar por la riqueza
espiritual de los pueblos, en su doble faceta de valor histórico y cultural,
lleguen a tomar conciencia de la extraordinaria importancia que en ese sentido
tiene el Monasterio de Taranco, una semilla minúscula en el año 800, pero que,
al germinar, enriqueció al mundo.
Valle de Mena
Félix
López García
Félix López García es Licenciado en Derecho, Investigador, Escritor y Miembro de la Asociación Amigos de Taranco.
Celebración del Día del Nombre de Castilla 2015
Texto: Félix López García.
Fotos: Andrés Serna (2012 y 2015), Sergio León y Amigos de Taranco.
Vídeo: El Correo de las Matas. 2015.
Félix López es el autor del libro "Sancho Ortiz de Matienzo y sus Circunstancias", un menés apasionante e injustamente olvidado por la historia que estuvo a cargo, hasta el año 1521, de todo el tráfico marítimo con el Nuevo Mundo y en trato directo con los más grandes descubridores españoles.