Continuamos visitando los
eremitorios rupestres de la zona que abarcamos en nuestros blog y nos acercamos
esta vez al conocido como “El Cuevatón” de Cezura.
Pero aunque el Cuevatón siempre
ha llevado detrás de su nombre el de Cezura, primer pueblo de la Palencia de
Valderredible, debemos señalar que el eremitorio rupestre se halla en tierras
fronterizas que pertenecen a la actual Cantabria.
Como su nombre indica nos
encontramos con una enorme cueva que los monjes transformaron a fuerza de pico
en eremitorio más grande de la zona del alto Ebro y alto Pisuerga.
La historia nos dice que el
Cuevatón ha sido un lugar habitado desde hace miles de años, no obstante la
cueva se halla en las faldas del Monte Bernorio, antigua ciudad fortificada de
los cántabros atacada por el Imperio Romano en el siglo I antes de Cristo.
Por la gran cueva han paseado y vivido trogloditas, anacoretas, enfermos
de plagas medievales, pastores con rebaños, peregrinos y gitanos. Más
recientemente en nuestra guerra civil fue refugio para los habitantes de la
zona y para los perseguidos maquis.
La gran cueva principal, ya que
existen varias pequeñas cuevas en los alrededores, muestra a nuestra llegada
una clara transformación del espacio natural por las manos del hombre,
destacando el picado manual de algunas de sus paredes, aunque antiguos
desprendimientos nos han dejado sin poder analizar otros posibles elementos
excavados.
Aún
así los restos visibles nos hablan de un gran centro eremítico rupestre.
En el suelo de su interior
todavía se conserva un gran foso excavado. Ante él surge la duda: ¿pila
bautismal por inmersión o gran depósito de agua?.
Los grandes estudiosos del mundo
eremítico rupestre (Monreal y Berzosa) se ponen de acuerdo y se inclinan por la
idea de que el foso es un depósito de acumulación de agua, lo que nos lleva a
pensar que el Cuevatón era un centro cenobítico de gran importancia habitado
por un elevado número de monjes.
Aunque no se han encontrado
símbolos cristianos arañados en las paredes de la cueva, se piensa que el
Cuevatón pudo ser la vivienda de los primeros monjes que intentaron evangelizar
a la Cantabria pagana de los siglos III y IV.
Se piensa que en el interior de
la cueva pudieron existir una iglesia y varias celdas pero que con el tiempo desaparecieron
por estar fabricadas con materiales perecederos.
Sí han llegado hasta nuestros
días un elevado número de celdas excavadas en altura que nos lleva a pensar que
la cueva fue un centro monacal de gran importancia, quizás el precursor de los
cenobios medievales de la zona.
Destacan en algunas de esas
celdas en altura, marcas que implican algún tipo de cerramiento. ¿Serían
habitaciones, centros de oración individual o el escondite perfecto ante algún
ataque exterior?.
El Cuevatón de Cezura es otro de
los grandes centros eremíticos a visitar en la zona del norte de Burgos y
Palencia y sur de Cantabria.
Bibliografía:
“Iglesias Rupestres. Cuevas
Arificiales, Necrópolis rupestres y otros horadados rupestres de Valderredible
(Cantabria). Julian Berzosa Guerrero. 2005.
“Eremitorios Rupestres
Altomedievales”. Luis Alberto Monreal Jimeno. 1989.
Aunque normalmente intentamos en
este blog no alejarnos mucho del motivo principal de esta web, norte de Burgos
y Palencia y sur de Cantabria, algunas veces nos permitimos desplazarnos a
otras zonas por el interés de la zona visitada.
Siempre nos han interesado en
este blog los pueblos abandonados (Perros, Lorilla, etc) y los monasterios e
iglesias que el paso del tiempo ha dejado en ruina (Monasterio de Rioseco,
Iglesia de Cortiguera, etc).
El lugar que hoy visitamos es
interesante por todo. Arte, naturaleza, historia y fantásticas leyendas nos
llevaron a visitar uno de los enclaves más bellos y mágicos de la provincia de
Burgos: el monasterio benedictino de San Pedro de Arlanza. San Pedro de Arlanza está situado
en el pueblo de Hortigüela muy cercano a la villa de Covarrubias.
Todo es leyenda en San Pedro y la
fábula comienza en su misma creación.
Corrían los primeros años del
siglo X cuando el Conde Fernán González (910-970) recorría de cacería las
tierras de su padre el Conde Gonzalo Fernández por la Sierra de Mamblas.
Fernán, ávido cazador, avistó un gran jabalí que llevar a su alforja. En la
emoción del momento y sin que sus ayudantes acudieran en su ayuda, Fernán azuzó
a su montura perdiendo el sendero. De repente el Conde cayó de su caballo yendo
a parar a una profunda cueva de cuyo interior, para su sorpresa, salió un viejo
eremita que allí vivía apartado del mundo.
El santo y sabio eremita, de
nombre Pelayo, entró en conversación con Fernán al que profetizó que sería el
gran libertador de Castilla, llevando a la independencia al condado castellano.
El futuro brillante que Pelayo
vaticinó al Conde, se cumplió al completo y Fernán agradecido volvió a la cueva
años más tarde a visitar al Santo Pelayo encontrando que este ya había
fallecido.
En homenaje al eremita Fernán
mandó construir una ermita dedicada a San Pelayo.
Cuando la ermita se llenó de
monjes, el Conde ordenó la construcción de un gran monasterio donde además dejó
escrito que fuera enterrado.
Su deseo fue cumplido y llegada
su muerte, allí fue enterrado con su esposa Sancha.
El abad del monasterio Fray
Antonio Yepes escribía en el siglo XVI: “En fechas señaladas se oye un gran
ruido que sale de la tumba del Conde Fernán González animando a sus sucesores y
a su sangre”.
Años después de su fundación, el
Abad Vicente decidió ampliar el monasterio, y en ese momento comienza otra de
las grandes leyendas de San Pedro de Arlanza.
A las órdenes del Maestro
Guillermo comenzó la obra de ampliación del gran monasterio.
Obreros, canteros y demás gremios
pusieron manos a la obra en la construcción de la nueva iglesia.Pero resultó que todo lo
construido durante el día, era destruido por la noche. Parece ser que el mismo
diablo destruía lo trabajado porque no quería que el monasterio creciera en
importancia.
La obra no avanzaba y el Abad
consultó que hacer a uno de los sabios eremitas que vivían junto al río. El
ermitaño le aconsejó que pidiera ayuda a un viejo caballero templario que vivía
en un monasterio cercano.
El templario, conocedor de artes
mágicas aprendidas en Tierra Santa, prometió su ayuda al Abad y acudió a San
Pedro.
Una vez allí pidió al constructor
que grabara en el suelo de la iglesia el juego del alquerque (tres en raya) y
esperó la llegada del demonio en la oscuridad de la noche.
Cuando Satán llegó al monasterio,
el templario le planteó un reto. Jugarían una partida al juego, si perdía el
templario, le daría su alma para siempre, pero si perdía el diablo, debería
finalizar toda la obra del monasterio y no volver a molestar jamás.
El diablo dijo sí a la apuesta y
además comenzó la partida con ventaja ya que el templario le dejó colocada
desde el inició la ficha del centro.
El diablo reía de emoción por la
facilidad del reto planteado pero tras mover la ficha central para vencer al
templario, gritó de improviso y desapareció en una gran bola de humo.
El templario amaño el juego y
bajo la ficha central dibujó en la piedra un signo mágico que acabaría con el
maligno.
El diablo perdió el reto pero
cumplió lo prometido y al día siguiente el monasterio al completo estaba
terminado.
Acabada la construcción, el
monasterio dirigido por monjes benedictinos ganó importancia y prosperidad y
pronto recibió ayudas y donaciones de nobles y aristócratas. Muchas parroquias,
monasterios y poblaciones pasan a depender directamente de San Pedro de
Arlanza.
Más leyendas se van sumando con
el tiempo y como buen monasterio Arlanza suma a su riqueza material y
espiritual grandes reliquias que lo marcan como punto importante de
peregrinación.
Junto a cuerpos de muchos Santos
(Santo Rey Wamba, San Vicente, San Pelayo, etc) en los muros de Arlanza
vivieron una parte del brazo de San Pedro y un dedo de San Pablo, como
certifica en un escrito Fray Antonio Yepes. Otra de las grandes reliquias que
trajo gran número de peregrinos y limosnas al monasterio fue un gran trozo del
Lignum Crucis, el madero donde fue clavado Jesucristo.
Arquitectónicamente el monasterio
no paró su transformación desde su creación hasta el siglo XVIII. Prerrománico,
Románico (siglo XI), tardo Gótico (siglo XV) y Herreriano (siglo XVII) son
algunos de los estilos que aún podemos admirar hoy en el castigado monasterio.
La importancia de San Pedro de
Arlanza fue decayendo y el monasterio entró en decadencia.
Como si el diablo hubiera vuelto
tras romper su trato con el templario, el monasterio comienza a desmoronarse.
En 1841, otro diablo, Mendizabal
y su desamortización, hizo que los monjes abandonaran el lugar para siempre.
Desde ese momento el monasterio
fue expoliado sin control. Afortunadamente algo pudo ser salvado aunque
iniciando largos viajes.
La tumba de Fernán González y
Sancha reposa desde entonces en la Colegiata de Covarrubias y una de las
fuentes del claustro viajó para asentarse en un paseo de Burgos capital.
Pero otras partes de San Pedro
iniciaron viajes más largos en medio del expolio y la desolación.
Una de las portadas románicas de
la iglesia se encuentra en la sala 31 del Museo Arqueológico Nacional de Madrid
desde 1895.
Más largo viaje le esperaba a las
fabulosas pinturas románicas de finales del siglo XI que decoraban algunas
estancias del monasterio. Hoy en día se encuentran en el Museo Nacional de Arte
de Cataluña y, sorpréndanse, en el Fogg Art de la Universidad de Harvard y en
el Museo Metropolitano de Nueva York.
El diablo esperó muchos siglos
para vengarse y mandar todo lo más lejos posible de San Pedro de Arlanza.
Todas las reliquias
desaparecieron y gran parte de su biblioteca y escritos fueron a parar a manos
privadas tras el expolio.
Pero a pesar de la ruina, San
Pedro de Arlanza continúa hoy día siendo un lugar para admirar y disfrutar. Un
lugar plagado de arte, de bellos paisajes y de una fascinante historia llena de
leyendas para recordar.
No queremos acabar este artículo
sin hablar del increíble Pinsapo (especie de Abeto) que sirve de tejado del
Claustro Menor con sus ramas. Especie propia de los bosques del sur de España,
es el único ejemplar de este árbol en la provincia de Burgos. Se cree que tiene
más de 150 años y mide más de treinta metros. Quizás ha crecido y durado tanto
años porque recibe a diario los cuidados del fantasma de una dama vestida de
blanco que dicen vive en la torre del monasterio.
NOTA: En esta entrada nos hemos referido unicamente a las leyendas que envuelven el Monasterio de San Pedro de Arlanza. Por esta razón las fechas de quien creo en realidad el monasterio son erroneas. Las leyendas, leyendas son.
Adjunto dejamos un vídeo de RTVE donde se explica con datos veraces la creación de San Pedro de Arlanza.
Cercano a Soncillo en el Valle de
Valdebezana y más concretamente en el pueblo de Villabáscones de Bezana,
comienza la ruta que os proponemos en esta nueva entrada de nuestro blog.
Queremos visitar esta vez otro
impresionante rincón de nuestra zona, la Cascada de Las Pisas, caída natural de
agua de especial belleza.
Partiendo de Villabáscones de
Bezana y tras haber dejado el coche en el parking de las afueras del pueblo (está
prohibido aparcar dentro) un claro cartel anunciador nos encamina hacia nuestro
objetivo, justo al lado de la iglesia de portada románica del pueblo.
En seguida nos adentraremos en un
frondoso y espeso bosque rico en robles, hayas, avellanos, sauces y acebos por
un camino en el que sus hojas multicolores sirven de alfombra infinita.
Oscuridad, sombras y luces nos
guían al abrigo de las ramas del emocionante bosque.
Muy pronto encontraremos las
aguas salvajes que serpentean por el bosque y veremos el primer salto de agua
que desciende rabiosa.
Desde ese momento el agua clara y
pura, será nuestra compañera en forma de virtuosos rápidos o pequeños regueros.
Detente, admira y escucha los
colores y sonidos del bosque. Si afinas tus sentidos y la suerte te acompaña
posiblemente descubras el rostro de alguno de los animales que allí habita.
En el corazón del gran hayedo o
junto al riachuelo podrás encontrar armiños, lirones caretos, comadrejas, gatos
monteses o jabalíes.
Y junto a sus ramas estate avizor
al vuelo de azores, mochuelos, búhos o picapinos.
Más fáciles de encontrar en tu
camino serán las ranas, lagartos, salamandras y quizás alguna culebra.
Tras un suave descenso por un
camino perfectamente señalizado y apto para todo tipo de paseante, el sonido
abrumador de la caída del agua irá aumentando poco a poco su volumen hasta que
aparezca ante ti la espectacular Cascada de las Pisas.
Te aconsejamos visites la zona en
época de deshielo o de fuertes lluvias para que tu paseo a la cascada no sea en
balde. Muchos meses del año la cascada está seca y aunque solo el bosque ya
hace merecer la pena la excursión, parece que sin el premio final del bello
salto de agua en acción, el viaje se queda cojo.
Finalizamos con un consejo que
sabemos cumplirás: Disfruta y Respeta.